¿Una
tarde lluviosa de domingo? ¿Te aburres y no sabes qué hacer? Os propongo que os
remanguéis y os pongáis manos a la masa para hacer estas deliciosas hojuelas.
Eso sí, hay que tener ganas y energía.
En la
época de los cupcakes, los macarons y los brownies vengo yo con esta receta
tradicional, de toda la vida, de la Abuela
Raimunda, mi bisabuela, a compartirla con vosotros. Es una receta a la que
tengo mucho cariño, porque hemos pasado muy buenos ratos haciendo y comiendo hojuelas
y porque menos esta última vez, todo esto siempre ha sido en Olmedo.
Hay
gente que ni siquiera conoce este dulce, las llaman de otra manera o hay variaciones
en los ingredientes (con leche, con miel…) Pero a mí las que más me gustan son
éstas, que son las más simples.
Ingredientes:
- Huevos
- Aceite
- Azúcar
- Harina
(la que admita)
- Aguardiente
- 1 sobre
de levadura
- Ralladura
de limón
Para
las medidas, la clave está en los huevos.
Si echas 3 huevos como en mi caso, el resto
será: 3 cascarones de aceite, 3
cascarones de azúcar, 3 de aguardiente.
Elaboración:
1. En
un bol, se mezclan todos los ingredientes sin parar de remover.
Se echa
la ralladura de un par de limones, tres huevos, tres cascarones de azúcar, tres
de aceite, tres de aguardiente, el sobre de levadura y la harina. Se empieza a
echar la harina poco a poco, cuando ya no podamos batir con la varilla,
esparcimos un poco de harina por la encimera y nos llenamos las manos y
empezamos a amasar.
Le
echaremos la harina que admita, esto quiere decir que iremos añadiendo harina
hasta que la masa no se nos pegue a las manos y la podamos manejar con
facilidad. Hay que trabajar bien la masa durante unos minutos. Cuánto más
amasemos, más finas quedarán las hojuelas.
2.
Dejar reposar media hora.
Una vez
hayamos mezclado bien todos los ingredientes mediante el amasado, hacemos un
bollo y lo dejamos reposar cubierto con un paño. Es importante que no le de
aire ni coja frío.
3.
Estirar y cortar.
Transcurrida
la media hora, enharinamos la encimera y vamos haciendo las hojuelas.
Cogemos
trocitos del bollo y los estiramos con el rodillo (o con una botella de vidrio
vacía) Lo estiramos con ganas, hasta que quede muy muy finito. Y cortamos las
hojuelas al gusto. Hay quien las prefiere todas cuadradas igualitas, yo las
hago irregulares, donde caiga el corte, así es cómo las he visto hacer siempre y
como más me gustan.
(Este
paso es agotador, el día siguiente tendréis agujetas en toda la parte superior
de vuestro cuerpo. Doy fe.)
4.
Freír y azucarar.
En aceite
caliente, lo bastante como para que las cubra y a temperatura no demasiado
fuerte, vamos friendo las hojuelas. Les saldrán
pompas, es normal, son así. Las dejamos poco, hasta que tengan un tono doradito.
Cuando
las saquemos del aceite se les echa el azúcar, es importante echárselo nada más
salir, estando aún calientes, para que lo coja mejor. Se pueden poner sobre un
papel absorbente para evitar el exceso de aceite.
Esta
receta, como casi todo en la vida, es mejor hacerla acompañada, porque mientras
una estira y corta, la otra (o el otro) va friendo y azucarando.
Y después del duro trabajo ya hemos hecho hambre para comernos toda la
producción.
Solo queda disfrutar de ellas con un rico chupito de membrillo, por ejemplo.